¿Cómo te preparas para escuchar la Palabra de Dios que se predica el domingo?
Extractado de: “Ten Cuidado Cómo Escuchas, Sermones por John Piper sobre Recibir la Palabra” John Piper, © 2012 Desiring God Foundation)
Lucas 8:18 Mirad, pues, cómo oís…
Tengo 10 exhortaciones, la mayoría de ellas muy breves, pero dignas de mucha más reflexión que la que puedo darles aquí.
La pregunta que estoy tratando de contestar es, ¿cómo te preparas para escuchar la Palabra de Dios en la adoración el domingo en la mañana? Específicamente, quiero decir, ¿qué puedes hacer el sábado en la noche, y el domingo en la mañana, y en camino a la iglesia, y cuando entras a este cuarto? Ese es el período de tiempo que tengo en mente.
1. Ora para que Dios te dé el corazón recto y bueno
Hay muchas cosas que podemos hacer con nuestra voluntad—y debemos de hacer. Pero nuestras voluntades están gobernadas por nuestros corazones y por lo que nuestros corazones aman. Así que tenemos que tener un nuevo corazón si vamos a hacer lo que deberíamos de hacer, y hacerlo con gozo de la manera que Dios nos ordena que lo hagamos (Salmo 100:2). Y la Biblia enseña que un nuevo corazón es un trabajo de Dios. Ezequiel 36:26, “Te daré un nuevo corazón.” Jeremías 24:7, “Les daré un nuevo corazón para que me conozcan.” Así que debemos de pedírselo a Dios: “Oh Señor, dame un corazón por ti. Dame un corazón recto y bueno. Dame un corazón suave y receptivo. Dame un corazón humilde y manso. Dame un corazón que dé fruto. Dame un corazón por ti.”
Aparta un tiempo antes de irte a dormir el sábado en la noche, y nuevamente cuando te levantes el domingo en la mañana para orar así.
2. Medita en la Palabra de Dios. Lee porciones de tu Biblia con el objetivo de crear hambre de Dios.
¿Cuántos de ustedes han escuchado la palabra “aperitivo”? La mayoría la han escuchado. ¿Pero qué de la palabra “apetecer”? ¿No? Porque no está en el diccionario (en inglés). ¡Pues ahora he creado la palabra! Un aperitivo es el que te hace apetecer. Apetecer es despertar un apetito. Y para eso es un aperitivo. Así que si el sermón es la comida, el aperitivo es la porción de la Palabra en la que meditas el sábado en la noche o el domingo en la mañana. Esto es crucial. Necesitas cultivar el apetito espiritual antes de venir si quieres disfrutar y te quieres beneficiar al máximo de la comida del Espíritu. Si tu paladar es mundano, no tendrás gusto por las cosas espirituales, y no escucharás como debes. Así que “apetece” tu corazón meditando en la Palabra de Dios el sábado en la noche y el domingo en la mañana. Planéalo.
Esta es la manera en la que “¡Tienes cuidado de cómo escuchas!”
3. Purifica tu mente al voltear del entretenimiento del mundo.
Santiago 1:21 dice, “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas.” ¿Cómo recibes la palabra implantada? Poniendo a un lado toda inmundicia y malicia. Esto es lo que hace que la Palabra sea “inrecibible.” Me sorprende cuántos cristianos ven los mismos programas de televisión banales, vacíos, tontos, triviales, provocadores, sugestivos, inmodestos que la mayoría de incrédulos ven—y se preguntan por qué sus vidas espirituales son débiles y su experiencia en la adoración es superficial sin intensidad. Si realmente quieres escuchar la Palabra de Dios de la manera que él quiere ser escuchado en verdad, gozo y poder, apaga el televisor el sábado en la noche y lee algo verdadero y grandioso y hermoso y puro y honorable y excelente y digno de alabanza (ver Filipenses 4:8). Entonces mira a tu corazón desmarchitarse y comenzar a tener hambre por la Palabra de Dios.
4. Confía en la verdad que ya tienes.
En nuestro pasaje, el segundo tipo de tierra falló en escuchar de la manera que debía porque no tenía raíz. ¿Cuál es la raíz que necesitamos para escuchar la palabra de Dios? Jeremías 17:7–8 dice, “Bendito es el hombre que confía en el SEÑOR, cuya confianza es el SEÑOR. Será como árbol plantado junto al agua, que extiende sus raíces junto a la corriente.” La raíz que nutre el escuchar con fruto es la raíz de la fe. Escuchar genera fe y la fe genera escuchar aún mejor. Confiar en la verdad que ya tienes es la mejor manera de prepararte para recibir más. Así que cuando oras y meditas y apagas la televisión, conscientemente fija tu corazón en las promesas de Dios y confía en él el sábado en la noche y el domingo en la mañana.
5. Duerme bien el sábado en la noche.
Estoy consciente de que algunos de ustedes trabajan toda la noche del sábado, salen a las 7 am y se bañan y agarran algo de comer y vienen directo a la iglesia. Dios los bendiga. Dios tiene gracia especial para ustedes y deben de pedir su ayuda especial. Confíen en él. Él los ayudará. Pero estoy hablando del resto de nosotros que tomamos nuestras decisiones sobre cuándo acostarnos. Mi consejo es: decide cuándo debes de levantarte para tener tiempo de comer, vestirte, orar y meditar en la Palabra, preparar a la familia, y viajar a la iglesia; y luego regresa ocho horas (o lo que sea que necesitas) y asegúrate de estar en la cama 15 minutos antes de eso. Lee tu Biblia en la cama y duérmete con la palabra de Dios en tus labios y en tu mente. Toma más disciplina estar en la cama a tiempo que levantarse a tiempo. No hay tantas presiones para irse a dormir. Y el dormir es tan aburrido comparado con jugar o salir o ver la tele. Especialmente exhorto a los padres a enseñarles a sus hijos adolescentes que el sábado no es la noche para pensar en salir tarde con los amigos. Si hay una noche especial para estar afuera tarde, haz que sea el viernes, no el sábado. Es algo terrible enseñarles a los niños que la alabanza es tan opcional que no importa si estás exhausto cuando vienes. Lo que sucede aquí es más importante que un examen de admisión a la universidad, y nos esforzamos mucho para lograr que nuestros hijos duerman bien antes de un examen importante. Sin suficiente descanso, no estamos alertas; nuestras mentes están opacas, nuestras emociones están planas y sin energía, nuestra tendencia
3a la depresión es más alta, y nos enojamos fácilmente. “Ten cuidado cómo escuchas” significa descansar bien antes de escuchar la Palabra de Dios.
6. Soportáos mutuamente sin murmurar y sin crítica.
El Salmo 106:25 dice, “Sino que murmuraron en sus tiendas, y no escucharon la voz del SEÑOR.” El murmurar y la controversia y la discusión del sábado por la noche y del domingo por la mañana puede arruinar el servicio de adoración para una familia. Mi sugerencia es esta: cuando hay algo sobre lo que se está enojados o algún conflicto que genuinamente crees que se tiene que hablar, ponlo a un lado hasta más tarde. No te metas al asunto de lleno el sábado por la noche o el domingo por la mañana. Y cuando vayas a adorar a la iglesia, no vayas como un hipócrita haciendo como que no hay problemas. Todos tenemos nuestros problemas. Vete diciendo: “Señor, enséñame el tronco en mi ojo. Humíllame y límpiame y muéstrame tanto de Ti que yo pueda saber cómo lidiar con esto de manera que sea más como Cristo! Te sorprenderías de cuántas de tus crisis cambian a la luz de la Palabra de Dios y de la adoración.
7. Ven con un espíritu de humilde disposición para aprender.
No como alguien que se cree cualquier cosa. Tienes tu Biblia y tienes tu cabeza. Pero Santiago dice, “Recibid con humildad la palabra implantada” (1:21). Si venimos con el orgullo y la predisposición de que no hay nada que podemos aprender o que no hay beneficios que podemos obtener, vamos a lograr seguramente ambas cosas. Pero si nos humillamos a nosotros mismos ante la palabra de Dios, vamos a escuchar y crecer y dar fruto.
8. Entra en quietud al santuario y enfoca la atención de tu mente y el afecto de tu corazón en Dios.
Me gustaría recomendar que al entrar en la iglesia busques intensamente a Dios en oración y meditación. Y luego incluye una mentalidad de dar amor a otra gente. ¿Estáis de acuerdo conmigo? Es diferente a la manera en que muchas iglesias conciben los momentos antes de la reunión. Para muchos, entre más fuerte el volumen mejor, porque da la idea de vida y amabilidad. Eso es legítimo en algunos contextos, pero algo enorme se pierde, un sentido de la grandeza y de la santidad y el asombro de Dios. Hay pocos momentos en nuestras vidas cuando juntos buscamos a Dios con toda sinceridad y reunirnos con él en su grandeza. Deja que el domingo en la mañana sea uno de esos momentos. “Estad quietos, y conoced que yo soy Dios” (Salmo 46:10). ¿Dónde hacemos eso? ¡Vamos a hacerlo justo antes del culto! Que el recibidor de nuestra iglesia resuene con el sonido de saludos. Pero que la sala de reunión, retumbe con el poder eléctrico de la pasión silenciosa por la gloria de Dios. ¡Hay un mundo de diferencia entre el silencio de la apatía y el silencio de la pasión! Ora, medita en el texto que será predicado, y piensa en las palabras de los cantos. Y busca a Dios con fuerza.
9. Cuando comience el servicio de adoración, piensa seriamente sobre lo que se canta, ora y predica.
Pablo le dice a los Corintios, “Hermanos, no seáis niños en la manera de pensar; más bien, sed niños en la malicia, pero en vuestra manera de pensar sed maduros” (1
4Corintios 14:20). Y le dice a Timoteo, “Considera lo que digo, pues el Señor te dará entendimiento en todo” (2 Timoteo 2:7). Cualquier cosa que vale la pena escuchar es algo sobre lo que vale la pena pensar. Si el mensaje no requiere que uses tu mente, probablemente no te llevará a ningún lugar más allá de donde estás ahora. Pero eso seguramente no sería predicación bíblica. Si tienes cuidado de cómo escuchas, piensa sobre lo que escuchas.
10. Desea la verdad de la palabra de Dios más de lo que deseas riquezas o comida.
Al sentarte calladamente y orar y meditar en el texto y en las canciones, recuérdate a ti mismo de lo que el Salmo 19:10–11 dice sobre las palabras de Dios: “Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, más dulce que la miel y que el destilar del panal. Además, tu siervo es amonestado por ellos; en guardarlos hay gran recompensa.” Así que como la palabra de Dios es más grande que todas las riquezas y más dulce que toda la miel, ten cuidado cómo escuchas. Deséalo más que tu deseo de todas estas cosas. Como Proverbios 2:3–5 dice, “Porque si reclamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del Señor, y descubrirás el conoci-miento de Dios.” Que Dios nos haga gente que escucha la palabra de Dios y trae fruto al ciento por uno para que la lámpara de nuestras vidas esté sobre un candelabro que da luz a todos los que entran al reino de Dios. ¡Ten cuidado cómo escuchas! Amén.
John Piper